Primordialmente los cambios posturales que ocurren en el cuerpo durante el embarazo se basan en el desplazamiento que experimenta el centro de gravedad de la mujer gestante debido al aumento del volumen abdominal. La anteversión de la pelvis (Inclinación anterior) es la modificación más evidente, provocando consecuencias secundarias como hiperlordosis lumbar, hiperextensión de rodilla, flexión y rotación de caderas, entre otros; lo que afectará, a su vez, a la distribución del peso en los pies. Para evitar dolencias o la aparición de síntomas indeseados, se hace fundamental y necesario trabajar la postura cuando nos encontramos en este proceso.
Es importante no solo fortalecer ciertos grupos musculares sino también ponerle atención a un elemento esencial de la postura como es nuestro esqueleto, que es la estructura que se encarga de soportar nuestro peso corporal. Organizar nuestro esqueleto haciendo que el peso de nuestro cuerpo sea distribuido de forma uniforme, así como también despertar el mecanismo neurológico antigravedad, mejorara de forma automática la postura y preservara las articulaciones, de esa forma la estructura corporal se preparará para asumir y adaptarse a los cambios físicos que estarás experimentando en el proceso de gestación.
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